El Gabinete de las Maravillas de Mr. Wilson by Lawrence Weschler

El Gabinete de las Maravillas de Mr. Wilson by Lawrence Weschler

autor:Lawrence Weschler
La lengua: spa
Format: epub
editor: Impedimenta
publicado: 2022-09-27T16:55:06+00:00


Interior del Theatrum Anatomicum, Leiden (1610).

(Créditos de la ilustración)[13]

Este tono moralizador persistió a través del siglo XVII en Holanda, alcanzando un asombroso crescendo en las creaciones de estilo barroco del gran anatomista de Ámsterdam, Frederik Ruysch, cuya colección de más de dos mil meticulosas obras acabó por llenar más de cinco habitaciones de su casa. Algunos de sus cuadros eran relativamente sencillos: el cráneo de una prostituta, por ejemplo, golpeado por los huesos de las piernas de un bebé. Algunos eran conmovedores: Ruysch había perfeccionado la manera de conservar el cuerpo entero de un niño muerto en grandes botes de cristal, en piezas de exposición que a menudo eran prodigadas con extraordinario y amoroso cuidado (los serenos, calmados, rostros envueltos en delicado encaje, los miembros adornados con brazaletes de cuentas muy formales). Otros eran peculiares: Ruysch exhibía orgullosamente una caja de huevos de mosca tomados del ano de «un distinguido caballero que permanecía demasiado tiempo sentado en el retrete» (descripción del propio Ruysch en su catálogo). Y algunos eran verdadera mente estrafalarios: sus obras maestras, por ejemplo, eran una serie de cuadros vanitas mundi, exquisitas variaciones esqueleto-anatómicas sobre el tradicional arreglo de las flores agrupadas en torno al tema de la inevitable transitoriedad de la vida. Para constituir su base, Ruysch imaginó un montón de cálculos renales y otros órganos enfermos… Esto en sí mismo no era tan infrecuente, dado que los cálculos biliares y de riñón secos (cuanto más grandes, mejor) eran regularmente representados en los gabinetes de maravillas de todo el continente. Pero entonces, encima de todo eso…, bien, consideremos el grabado contemporáneo de C. Huyberts, tal como lo explica más recientemente el doctor Antonie Luyendijk-Elshout de la Universidad de Leiden, basándose en las propias notas de Ruysch:

Con las cuencas de los ojos vueltas hacia el cielo, el esqueleto central —un feto de unos cuatro meses— entona un lamento sobre la miseria de la vida. «¡Ah, destino, ah, amargo destino!», canta, acompañándose de un violín, hecho de un secuestro osteomielítico, con una arteria seca en calidad de arco. A su derecha, un pequeño esqueleto dirige la música con una batuta engastada con diminutos cálculos renales. En primer plano, a la derecha, un pequeño y rígido esqueleto ciñe sus caderas con intestinos de oveja rellenos, su mano derecha agarrada a una lanza hecha con vasos deferentes endurecidos de un hombre adulto, transmitiendo torvamente el mensaje de que su primera hora fue también la última. A la izquierda, detrás de un hermoso jarrón hecho de la túnica albugínea hinchada del testículo, posa un pequeño y elegante esqueleto con una pluma en el cráneo, mientras una piedra escupida de sus pulmones le cuelga de la mano. Con toda probabilidad, la pluma está pensada para llamar la atención hacia la osificación del cráneo. Para el pequeño esqueleto horizontal del primer plano con la familiar mosca efímera en su delicada mano, Ruysch eligió una cita del dramaturgo romano Plauto, uno de los autores favoritos durante este período, en el sentido de que su vida ha sido tan breve como la de la joven hierba sesgada por la guadaña nada más brotar.



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